DIOSAS

Relato de Mayte Carrasco

Si me preguntas quién es ella, te hablaré de su ayer. Creció mecida plácidamente en la cuna de la civilización. Tiene seis mil años de edad y correteó feliz en el desierto de Egipto, aquel en el que hombres y mujeres eran iguales ante la ley y modelo a seguir para la humanidad futura …Leer artículo completo

El androcentrismo conlleva la invisibilidad de las mujeres, la negación de sus derechos y la ocultación de sus aportaciones…

Francisco Magallón – El Cairo, Egipto, 2011

volver a foto relatos

Si me preguntas quién es ella, te hablaré de su ayer. Creció mecida plácidamente en la cuna de la civilización. Tiene seis mil años de edad y correteó feliz en el desierto de Egipto, aquel en el que hombres y mujeres eran iguales ante la ley y modelo a seguir para la humanidad futura.

A pesar de las apariencias, no te equivoques; esta mujer milenaria y sabia no se esconde. Tras esa tela negra fina y tersa que cubre su cuerpo y su rostro, salta a la vista su carácter fuerte. Mírala de cerca, sus ojos y gestos muestran el quehacer del alma. Acerca un poco el oído; tras la pancarta, nos habla y nos dice quién es.

Por su sangre corre la fe de antepasadas discípulas de las Diosas ISIS, Neftis u Osiris. Probablemente fue escritora y, al atardecer, se apresuraba a sentarse en el suelo a dibujar sobre el bello papiro jeroglíficos justos. Narraba en graciosos garabatos las historias de amoríos de aquellas bellas egipcias, tan bellas como ella, vestidas con frescas túnicas, enamoradas de apuestos compañeros que las cortejaban junto al Nilo. Subidos en un barco fantasma, transcurrían juntos río abajo los cauces cambiantes que les deparaba el destino.

Pasaron por la parte más angosta, allí donde la oscuridad se cernió y se centró en una plaza. No pudieron seguir. Se bajaron del barco de la fortuna y pidieron libertad. Cayó sobre ellos la gran maldición del Faraón que, iracundo, envió a sus ejércitos contra la turba obligándoles a huir raudal arriba, buscando refugio. Cuenta la leyenda que se resguardaron en una cueva negra donde tuvieron que camuflarse bien. Los hombres tuvieron que esconderse del poder. Las mujeres tuvieron que esconderse del poder y de los hombres.

Ser mujer es así, a veces los Dioses te condenan a nacer en el trance de la historia equivocado; no te queda más opción que la de aceptar tu sino femenino. O no.

Observa de nuevo los ojos de la fotografía. Esta bella descendiente de las discípulas de las Diosas egipcias te revela que todas pertenecemos a ese ayer glorioso, el que nos recuerda la sabiduría de los antepasados y la fragilidad moral del ser humano, condenado a dar la espalda a un pasado más igual y más justo.

Si me preguntas quién es, te diré que no es el ayer. Es el hoy y el mañana. Es la historia hecha carne. Ella encarna todo lo que el mundo debe saber: que bajo ese niqab, ese velo completo negro, está el espíritu, la energía y la fuerza milenaria de todas las mujeres egipcias que buscan la libertad.

De todas las mujeres que buscan la libertad.

Mírala bien. Es egipcia. Fueron, son y serán nuestras Diosas libres.

 

Mayte Carrasco