¡HOLA! MI NOMBRE ES TRISTEZA

Relato de Alfredo Menéndez

Soy uzbeka pero nací en Kirguistán. Ahora me despierto todos los días en un campamento de Uzbekistán aunque ya no sé exactamente donde malvivo con la única hija que me queda tras salir huyendo de mi casa: lo he perdido todo … Leer artículo completo

Convertidas en el punto más vulnerable de la sociedad, diana del fanatismo religioso y objetivo en situaciones de conflicto.

Francisco Maggallón – Uzbekistán, 2009

volver a foto relatos

Soy uzbeka pero nací en Kirguistán. Ahora me despierto todos los días en un campamento de Uzbekistán aunque ya no sé exactamente donde malvivo con la única hija que me queda tras salir huyendo de mi casa: lo he perdido todo.

Tengo la sensación de haber muerto en vida por todo lo que he tenido que pasar. También tengo la sensación de que soy invisible y transparente. Hasta aquel día en el que un grupo de hombres kirguisos decidió que nunca más iba a ser traslúcida. Fueron casa por casa en mi pequeña aldea, separando a hombres y a mujeres. Nos subieron a un autobús junto a mis vecinas, alguna de ellas embarazadas. Las que se resistieron no subieron ni al bus: les pegaron un tiro en plena calle y alguna fue violada delante de todas nosotras como para demostrarnos que eso era lo que nos esperaba si nos resistíamos. Yo no los atraía, no soy tan joven, aunque tengo muchos menos años de los que están pensando. Pero mis hijas sí, y todo mi esfuerzo estaba concentrado en evitar que las vieran. No lo conseguí: dos de las tres se las llevaron a otro lugar y no las he vuelto a ver. Se las llevaron gritando mientras les arrancaban la ropa. Sólo me dejaron a una, la más pequeña. Que ahora me pregunta a todas horas por sus hermanas a las que estoy convencida que no volverá a ver. Nos prometieron que nos llevarían a la frontera con Uzbekistán para poder cruzar y dejar de sufrir lo que ellos llaman un conflicto étnico. Pero esto no tiene nada de étnico: nos atacan, nos violan, nos matan por ser mujeres, no por ser uzbekas. Para ellos estamos en el lugar equivocado en el momento equivocado y tenemos el género equivocado. Pero sobre todo ante sus ojos somos débiles. Ellos son más, más cobardes y sobre todo más fuertes: nadie nos defiende ni nos ayuda y el mundo no se entera de los que nos pasa.

Cada mañana, casi en blanco y negro, tengo la sensación de no tener futuro. O peor aún: la sensación de que el futuro se va a parecer muchísimo al presente y de que mañana será igual a hoy. La certeza de que tus hijas, en el caso de que sobrevivan vivirán peor que tú si nadie lo remedia. Y depender del miedo, de que sea siempre el primer y el último pensamiento del día, o de que cuando llaman a la puerta de esta casa donde me veis, pienses inevitablemente que vienen otra vez a por ti

 

Hola.

Mi nombre es Tristeza.

Soy uzbeka pero nací y morí en Kirguistán. A mí ya no podéis ayudarme. Pero a mis hijas sí.

 

Alfredo Menéndez