LAS MÁS OLVIDADAS

Relato de Martin M.Roberts

“En 40 segundos perdí todo, mi marido, mis hijos, mi casa, mis pertenencias, mi trabajo… mi identidad”. A la vista está que esta mujer ha sufrido más en 40 segundos que ningún occidental en toda su vida, porque la naturaleza se ceba con los pobres, y sobre todo con esa mitad de la humanidad que si en occidente apenas se ve por lo marginada, en Haití, resulta invisible … Leer artículo completo

“En 40 segundos perdí todo, mi marido, mis hijos, mi casa, mis pertenencias, mi trabajo… mi identidad”.

Un país castigado y atormentado por la historia pero con unos habitantes dispuestos a abandonar ahora los recuerdos de catástrofe para convertirlos en futuro.

Francisco Magallón – Haití, 2011

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“En 40 segundos perdí todo, mi marido, mis hijos, mi casa, mis pertenencias, mi trabajo… mi identidad”.

A la vista está que esta mujer ha sufrido más en 40 segundos que ningún occidental en toda su vida, porque la naturaleza se ceba con los pobres, y sobre todo con esa mitad de la humanidad que si en occidente apenas se ve por lo marginada, en Haití, resulta invisible.

ONU Mujeres ha observado que muchas más mujeres que hombres mueren en los desastres naturales, y para colmo, tras el terremoto que asoló a Haití en 2010, muchas supervivientes en campos de desplazados de la isla caribeña estaban involucradas en “sexo transaccional”.

Tras el terremoto de magnitud 7.0, aquel fatídico 12 de enero de 2010, y las secuelas en los días siguientes, el saldo de muertos resulta imposible de calcular en un país tan falto de infraestructura. La ONU calcula que afectó a nada menos que tres millones de personas, que perdieron sus casas endebles, que quedaron sin hospitales ni agua ni luz, y el cólera campó a sus anchas.

En Occidente, apenas se conocen desastres naturales de esta envergadura, y tenemos que remontar a 1755 para recordar uno que ha tenido semejante impacto en Europa, como fue el de Lisboa de aquel año. Éste inspiró a un Voltaire y dio pie a la Ilustración, que luego llevó a revoluciones sociales cuyos frutos los occidentales siguen disfrutando.

Sin embargo, la historia no ha sido tan benévola ni elocuente con Haití, ni mucho menos; al contrario parece que se la tiene jurada a los haitianos, por pobres, y a las mujeres, ni se diga.

Haití nació para la historia como colonia de esclavos africanos, que lograron ser los primeros en independizarse en América Latina, pero por ello fueron tan duramente castigados por las represalias de los militares franceses que dos siglos más tarde es el país más pobre del hemisferio occidental, que ya es decir algo.

A la par de los desastres naturales, los que han sido obra de los hombres han castigado también al país, como son las invasiones militares, los golpes de estado, y las dictaduras tan cruentas como corruptas, sobre todo las de “Papa Doc” y “Baby Doc”, y sus esbirros, los “Tonton macoutes”, término que ha pasado al léxico mediático internacional.

El peor castigo de la historia y la naturaleza, sin embargo ha sido el olvido, y con las mujeres más olvidadas que nadie.

Hasta hoy. Haití es también un país con unos habitantes dispuestos a abandonar ahora los recuerdos de catástrofe para convertirlos en futuro. Hace ya algún tiempo que los vecinos han cavado zanjas de drenaje, allanado rutas de evacuación y construido terraplenes para hacer menos vulnerables a las viviendas nuevas.

Aquí no se va a tropezar dos veces con la misma piedra.

 

Martin Roberts