MONIRA

Relato de Montserrat Boix

A los 9 años un vecino la atacó con ácido. Quería casarse con ella. Su padre se negó. Enfadado, el vecino reaccionó quemándole con ácido la cara y el cuerpo. Este tipo de ataques son frecuentes en Bangladesh, India, Camboya, Pakistán… a menudo es el castigo contra las mujeres por rechazar propuestas sexuales u ofertas de matrimonio …Leer artículo completo

Rociadas con ácido para que nunca nadie se vuelva a fijar en ellas … La mayoría sobrevive pero, a partir de ese momento, su vida, con dolores insoportables y el rechazo de la sociedad, se convierte en un infierno. En sus rostros abrasados es difícil leer la edad que tienen y, en algunos casos, su propia piel les limita los movimientos. Mientras, libres, sus agresores nunca pisarán la cárcel.

Francisco Magallón – Bangladesh, 2014.

volver a foto relatos

A los 9 años un vecino la atacó con ácido. Quería casarse con ella. Su padre se negó. Enfadado, el vecino reaccionó quemándole con ácido la cara y el cuerpo. Este tipo de  ataques son frecuentes en Bangladesh, India, Camboya, Pakistán… a menudo es el castigo contra las mujeres por rechazar propuestas sexuales u ofertas de matrimonio. 

¿Te resulta duro mirarle a la cara? 

Pues deja a un lado tus prejuicios: estás viendo a una triunfadora, a una superviviente.

Durante años Monira ha luchado para no abandonarse y recuperar su vida. Reconstruirse y tener autonomía, algo que para las mujeres en el siglo XXI sigue siendo un lujo difícil de alcanzar no sólo en Bangladesh sino en muchos puntos del planeta.

Las heridas más difíciles de curar no son las que se ven, están por dentro.  Ha sido duro para ella también aprender a ser vista. Recordar que no es ella quien debe ocultarse y quien debe sentir vergüenza sino la sociedad que permite que esto siga ocurriendo.

Entender que no es un problema individual, que la violencia contra las mujeres es estructural y que la responsabilidad de lo que le ha pasado es colectiva.

El control del cuerpo de las mujeres para que el patriarcado mantenga su poder hegemónico. Utiliza para ello todos sus recursos y en todos los ámbitos: social, cultural, religioso, étnico. Los ataques con ácido son una de sus expresiones más crueles, extremas y siniestras de ese ejercicio de control infligiendo un castigo que tiene como objetivo deshumanizar y desfigurar a la víctima para siempre.

A esta violencia extrema se suma las violencias cotidianas: pobreza, desigualdad ante la ley, falta de oportunidades en educación.

En los años 70, durante la guerra por la independencia del país, las mujeres de Bangladesh fueron utilizadas sistemáticamente como botín de guerra por los soldados del ejército Pakistaní. La violencia sexual se convirtió en un problema cotidiano. A mediados de los 80,  activistas feministas lograron desarrollar la defensa de los Derechos Humanos desde la perspectiva de género sumándose al grito unánime internacional: ¡los derechos de las mujeres también son derechos humanos!.

En 1999 nació Fundación de Supervivientes del Ácido, una organización pionera para apoyar a quienes sufrían este tipo de ataques. Quienes la impulsaron lograron aunar energías y voluntades políticas para aprobar en 2002 una ley contra estas agresiones.

En esta fundación encontró Munira alianzas y complicidades que le han ayudado a superar el día a día. Lejos de amilanarse, en los últimos años las mujeres de Bangladesh estudian y luchan para tener un futuro mejor que el de sus madres y abuelas.

Munira estudia derecho y será abogada.

Pasar de víctima a sobreviviente fue el primer paso.

 

Montse Boix