NI A TU PEOR ENEMIGO

Relato de Óscar Mijallo

Ya he visto todo el dolor que no desearías para tus hijos en un solo día. Todo el sufrimiento que conoces y alguno que ni siquiera llegas a imaginar. Lo he contemplado con mis propios ojos o lo he padecido en mi propia carne o en la de los míos. Y el hambre o la sed son sólo anécdotas en este campo de refugiados en medio del desierto de Darfur … Leer artículo completo

Amparadas por nadie, en medio de uno de los conflictos más crueles de la humanidad…forzadas, maltratadas y criando niños que serán reclutados por las milicias o la guerrilla.

Francisco Magallón – Sudán, 2006

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Ya he visto todo el dolor que no desearías para tus hijos en un solo día. Todo el sufrimiento  que conoces y alguno que ni siquiera llegas a imaginar. Lo he contemplado con mis propios ojos o lo he padecido en mi propia carne o en la de los míos. Y el hambre o la sed son sólo anécdotas en este campo de refugiados en medio del desierto de Darfur. Parte del día a día bajo un sol abrasador que lo llena todo de privaciones.

¿Nacer mujer aquí? Tú, occidental, no se lo desearías ni a tu peor enemigo. Para mí es diferente. Yo he sido feliz a ratos, con mis hijos. A algunos los mató el hambre, a otros el cólera y también la guerra. He perdido a varios entre mis brazos, pero otros han vivido y tienen familia. Eso me basta, pero tú, occidental, no aguantarías aquí ni un sólo día. Imagina que tu hija de trece años tuviera que ir a buscar leña con la que cocinar o unos mangos para comer a la rivera del río. Allí, lejos de la reducida seguridad del campo de refugiados, acechan los Janjawid. Diablos montados a caballo, árabes que piensan que no somos más que animales. Lo normal es que la violen varios de ellos. Ocurre a diario. A menudo también lo hacen los soldados que están encargados de protegernos. ¿Qué por qué no van los hombres? Porque a ellos los matarían, claro. Pero nos ha pasado a muchas, es normal y lo callamos. Es mejor así. Si hablásemos de esa deshonra nos repudiarían y ¿qué puede hacer una mujer sola en un lugar como éste donde la violencia sexual está a la orden del día y nuestro cuerpo se ha convertido en un trofeo de guerra o en un campo de batalla?

Aquí pintamos poco, aunque trabajamos mucho. En cuanto tienes edad y fuerza para acarrear agua o leña, venga, a trabajar y, poco después, hala, a casarse. La escuela ¿para qué? No es necesaria, está lejos y además, para ser una buena esposa, no hace falta. ¿Enseñan a sobrevivir? No. ¿A recoger mangos? No. ¿A evitar a los soldados o a los Janjawid? No, eso no lo enseñan allí. Entonces ¿para qué vale la escuela más que para llenar la cabeza de pájaros a las muchachas? La escuela es una utopía para casi todas y sin saber, no contamos. La mayoría de los chicos tampoco va y, quizás, ese es el gran problema. Sí, eso es así, pero yo espero que algún día la cosa cambie. Espero llegue ese momento en el que alguien enseñe a mis nietas y, sobre todo, a mis nietos, que eso no es bueno; que cosas como la violación, la ablación o la violencia deben terminar.

 

Oscar Mijallo.