PARTERA DE MI DESTINO

Relato de Marifé Santiago Bolaños

Acompaño a la Madre sentada entre sus brazos: ella me muestra propósitos y sagradas raíces; yo le devuelvo frutas. Los pensamientos negros se enredan en mis piernas y le tejen blancuras al cabello y al manto … Leer artículo completo

Dadoras de vida y pilar fundamental para el sostén de la familia, la transmisión de los valores, la educación, la salud… sin ellas hubiera sido imposible la existencia.

Francisco Magallón – India, 2011

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Acompaño a la Madre sentada entre sus brazos: ella me muestra propósitos y sagradas raíces; yo le devuelvo frutas. Los pensamientos negros se enredan en mis piernas y le tejen blancuras al cabello y al manto. Sagrada barca soy, sobre mi territorio arde una flor pequeña.

Pero no sé narrar, así que canto, o rezo en el silencio sin levantar la vista.

Canto para que las palabras aneguen la violencia del destino.

Porque, verás, mi amiga: me vistieron de un cuerpo cuyo lamento daba perseverancia al alma y la hacía mortal. Solo las aguas muestran el deber de seguir: en India, ser un río es ser una mujer, como lo somos todas… India es el mundo. En el mundo te encuentro, todas una lo somos.

De aquel brote ancestral, de ese envoltorio a orillas de lo oscuro, nace esta historia mía, y esta tela, y el sándalo que guía y restituye. Huérfana fui, mujer como los somos todas: una en la oscuridad donde nacer. No hubo renglón heroico en los relatos: solo escribimos versos.

Porque, verás, mi amiga: las niñas pueden no tener nombre, pueden domesticárseles los ojos y ser ciegas, pueden andar creyendo que ser mujer es daño, como es que el pecho crezca o se te suba un hombre sobre la dignidad.

Puede que ser mujer sea cargarse la vida en la cabeza y llevar maldiciones que no borra el progreso. Puede que, incluso un día, esa niña descubra que se acerca su muerte y, por primera vez, sienta la intensidad de ser acariciada por la Tierra.

Todas ellas fui yo. En mi mirada de cristal se reveló la devi cuando extendí las manos para rozar las tuyas. Tus manos son mis manos, la danza traza mapas de aire y de colegios, de infinitas mujeres y amores infinitos. Y como en los poemas, el polvo se hace aceite y la nada, paisaje.

Mis manos son raíces, luz es mi ropa, este lugar embriaga de saber y de tiempo. Mi cuerpo acoge sueños de tantas que no sueñan. Y entonces, muevo los dedos y un loto se despierta: soy yo, mujer soy, todos lo somos, una. Om mani padme um. Soy la partera de mi propio destino, con esta danza corto el cordón que me ata, sangra el sagrado verso, lo repito contigo: paciente diligencia, generoso saber, disciplinada dicha. Mujer soy, como tú: como tú, todas una. Mi mano, que es tu mano, nos bendice (pétalos se derraman en la historia, la hermosean, la salvan, la cubren, la prolongan).

 

Marifé Santiago Bolaños