RESISTIRÉ

Relato de Manuel Hernández Hurtado

Mi trabajo es ir a buscar agua. Todo el día cargando agua, de sol a sol. Un agua que no es como aquella, cristalina, que yo os traía a casa de aquella fuente lejana. Ni siquiera es para apagar vuestra sed, como entonces, cuando estábamos todos vivos, con vuestros abuelos y vuestro padre…Leer artículo completo

Al oeste del país de los Fur, miles de personas malviven diseminadas… Campos de refugio que no sirven para evitar las constantes violaciones de las mujeres cuando salen a buscar agua y leña. Ellas, principalmente, son las víctimas de los asaltos nocturnos o, incluso, a plena luz del día, de los «diablos a caballo».

Francisco Magallón – Sudán 2004

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Mi trabajo es ir a buscar agua. Todo el día cargando agua, de sol a sol. Un agua que no es como aquella, cristalina, que yo os traía a casa de aquella fuente lejana. Ni siquiera es para apagar vuestra sed, como entonces, cuando estábamos todos vivos, con vuestros abuelos y vuestro padre. Fueron tiempos de trabajo duro, pero vivíamos bien en nuestro poblado.

Por las noches, como a las demás, me atan. Es peor trabajo. Cuando me llevan, cierro lo ojos. Son varios los soldados que vienen, unos tras otros. Y siento que mi cuerpo se desgarra.  Yo espero, aguanto y callo, por vosotros, que salisteis de mis entrañas por amor. 

Me preguntaréis tal vez un día por qué me he dejado fotografiar. Encima por un blanco, que no sé ni quién es. Lo comprenderéis. No es por vanidad. Tampoco frivolidad.  En este campo de refugiados esas cosas no existen.

Su cámara -dice que se llama así- no me da miedo. Se nota que él no ha pasado hambre y que a él nadie le pega. El me dice, sonriendo, que viene de lejos y que cada día puede ir donde quiere. Eso, hijos míos, se llama libertad. 

Insiste. Con su cámara nos puede ayudar. Yo no sé si creerlo. Dice que mi nombre, Rhoda, es bonito. Hace tiempo que nadie me habla así. Hasta se nos ha olvidado qué es la compasión.  Pero, ¿y si también nos está engañando ?  ¿Seremos de nuevo carne de cañon?

 Ya que más da. Cuando pase el tiempo espero que logréis olvidar cómo ardía nuestra casa cuando nos atacaron aquella noche que creímos de promesas y luna llena. Espero que olvidéis también cómo mataron a vuestro padre. Cuánto nos hemos querido. Tantas vacas que le costé para poder casarse conmigo.  Su última mirada, desesperada, conmigo vive.

 Hemos caminado y luchado mucho hasta llegar aquí. Ni el dolor ni la humillación podrán conmigo. Vosotros me dais vida. Resistiré, por vosotros resistiré. Ya no están con nosotros ni Nyarone, ni Biel, ni Miabek. Todas han muerto. No sé. Tal vez tengamos suerte. Ahora me juzgáis, porque no me entendéis.  Solo quiero creer que mi ajado rostro y la cámara de ese extranjero son esperanza. Armas para nuestra libertad.

 

Manuel HH.