UN ESCONDITE SEGURO

Relato de Beatriz Bergamín

Soy friolera y me muerdo las uñas desde que tengo recuerdos de mí. No puedo decirte mi nombre. No puedo tener hijos. No puedo comer nada después de las once y media pero sí puedo beber agua y té. No puedo comer carne de hombre … Leer artículo completo

Protagonistas de importantes cambios en la historia…una presencia invisibilizada e imprescindible sin la cual hubiera sido muy difícil el desarrollo social.

Francisco Magallón – Myanmar, 2011

volver a foto relatos

Soy friolera y me muerdo las uñas desde que tengo recuerdos de mí. No puedo decirte mi nombre. No puedo tener hijos. No puedo comer nada después de las once y media pero sí puedo beber agua y té. No puedo comer carne de hombre. Ni de caballo, ni de león, tampoco de tigre ni de mono. Dicen que mis dientes son tan blancos como el arroz. Mi hermano pequeño es monje, como yo. Mi hermano no es como yo. Mi hermano no pasa miedo por las noches. A mi hermano pequeño le gusta pasar la palma de su mano por mi cabeza rasurada, a mí también me gusta, me hace cosquillas. Él y yo no estamos juntos. Yo vivo en un monasterio con 214 novicias y 53 monjas. Mi hermano y yo nacimos y vivimos en Myanmar. Fui ordenada durante unas vacaciones de verano. Porque yo quise. Tenía 11 años. Ahora tengo 21 y desde hace un año soy monja. Pero no soy intocable. Y tengo secretos. ¿Soy feliz? Me despierto a las cuatro y media, el sol rojo se levanta más tarde. A las cinco hago el culto a Buda. Medito hasta las seis. Dicen que mis lunares son como constelaciones. Dicen que mi sonrisa es un don. Dicen que mi valentía es mi alegría. ¿Estoy sola? ¿Estoy incomunicada? Antes del desayuno salgo a hacer la ronda de las almas. Todos me conocen, en las casas del vecindario, los niños y las mujeres y los hombres me conocen. Regreso al monasterio con legumbres, con fruta y con arroz. No estoy cansada. Nunca lloro. Nunca bailo. Nunca me duele la cabeza. Nunca estoy sin hacer nada. Leo, leo mucho. Estudio y entiendo, entiendo y estudio. Medito dos horas al día. Cuando medito no sé cuánto tiempo está pasando o ha pasado. Estoy presente en el presente. Después salgo a caminar, hago la colada, a veces dibujo. Cuando dibujo siempre veo la cara de mis padres pero nunca he dibujado sus caras, me da vergüenza. Mis pies descalzos no me duelen. Me duele la guerra. Me duele mi país. Me duele el ruido. Me duele. Cuando las monjas nos cruzamos con una ronda de almas de monjes, les cedemos el paso.  Mi hermano me mira de reojo y sonríe. Yo lo miro de frente y sonrío. Mi hermano tiene la sonrisa de mi padre y él y yo tenemos los ojos rasgados de mi madre. ¿Dónde están? ¿Quiénes eran? Y tú, ¿quién eres tú? Eres turista… ¿eres periodista? No hagas otra foto, una foto sí, dos fotos no. Gracias. No, no puedo decirte mi nombre… o no quiero. (Se ríe) De todos los lugares en los que me he escondido, no he encontrado ninguno mejor, ni más seguro, que el silencio. Adiós.

 

Beatríz Bergamín