Presentación

Francisco Magallón.

MUJER, todos somos una

Lejos estamos de las sociedades en las que lo femenino era objeto de culto, que tenían por divinidad a una diosa y bien interiorizado el ritmo de las estaciones. Es un hecho que la historia, pretendidamente universal, ha sido escrita por hombres y desde una visión androcéntrica, lo que atribuye un rol o papel secundario a la mujer. El androcentrismo conlleva la invisibilidad de las mujeres, la negación de sus derechos y la ocultación de sus aportaciones.

Las circunstancias que se derivan, por lo tanto, crean las condiciones para la exclusión, la violencia, la persecución y, en definitiva, la frustración de muchas mujeres que ven impedido su desarrollo pleno, cuando no la pérdida de sus vidas.

Es cierto que si todas las mujeres del mundo parasen su actividad, éste no dejaría de dar vueltas sobre su eje, pero también lo es que muchos de los países que lo componen verían sus economías gravemente afectadas. Millones de niños y niñas morirían de hambre, la vida se pararía.

Es una realidad global que las mujeres son convertidas en el punto más vulnerable de la sociedad, diana del fanatismo religioso y objetivo de las partes beligerantes en situaciones de conflicto, sabedoras éstas, de que a través del grave daño que se les inflige, se destruyen comunidades y pueblos enteros.

Más allá del momento histórico, del lugar geográfico o de los roles atribuidos, tras bastidores, afectadas por la discriminación de género y la desigualdad de oportunidades, las mujeres siempre han sido el pilar fundamental para sostener a la familia, para la transmisión de valores, la educación y la salud. Una presencia invisibilizada e imprescindible sin la cual hubiera sido imposible la existencia.

Sólo tras muchos años de esfuerzo, de forma laboriosa y ardua, ellas van asentando sus derechos en alguno de los países más desarrollados donde son numerosas las que han destacado en la política, la economía, las artes y en las más diversas facetas, desarrollando su vida en libertad, según su voluntad, capacidades, deseos y sueños. Pero aún queda mucho camino por recorrer para hacer de este mundo un lugar más igualitario y justo, donde los derechos, todos los derechos, de las mujeres estén plenamente garantizados en igualdad de condiciones: de libertad, titularidad de derechos personales, familiares, sociales, económicos, políticos y un espacio para continuar aportando su inestimable labor para el bien colectivo desde una identidad propia.

“Mujer, todos somos una” comenzó su andadura en septiembre de 2013 de la mano de ACNUR, en el Museo Nacional de Antropología. Una exposición contra las violencias de género, 37 retratos que no pretendían ser una colección de historias personales, sino un reflejo de aquellas mujeres que viven una situación común de violencia por múltiples causas.

Rostros de mujeres que diariamente se enfrentan a diferentes condiciones de vida en el arduo camino por sobrevivir. Una contribución para reducir la invisibilidad de las supervivientes, sensibilizar y concienciar a la población para lograr los cambios necesarios en el camino de la igualdad efectiva.

Ahora, tras cuatro años de itinerancia por numerosas localidades y diferentes espacios, se ha querido llegar aún mas cerca poniendo voz a estas mujeres con historias, relatos novelados, que sin ser sus historias personales, salvo los narradas por sus protagonistas, sean un reflejo común para todas aquellas mujeres que comparten su situación.

Este proyecto no hubiera sido posible sin la generosa colaboración y participación de los diferentes autores de los textos, conscientes de esta realidad

La equidad de género es una tarea de hombres y mujeres, que requiere tiempo, voluntad, compromiso y recursos. Es una tarea de TODOS.