MUJER CON SUERTE

Relato de Julio Bernardez

Salka, mi nombre suena mucho entre las arenas quemadas de mi tierra de nacimiento. Es un nombre de mujer muy popular en Mauritania, mi patria. Salka, me gritan, cuando me distraigo en los quehaceres, en los trabajos de cuidar casa, marido, hijos y vigilar el poco ganado que poseemos, bueno que posee mi marido y su familia. Me distraigo, porque me fijo en todo … Leer artículo completo

El 90% de los casos de trata de personas tiene como fin la prostitución, una práctica social mayoritariamente con cara de mujer. Coacción, engaño, abuso… una forma moderna de esclavitud.

Francisco Magallón – Mauritania, 2007

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Salka, mi nombre suena mucho entre las arenas quemadas de mi tierra de nacimiento. Es un nombre de mujer muy popular en Mauritania, mi patria. Salka, me gritan, cuando me distraigo en los quehaceres, en los trabajos de cuidar casa, marido, hijos y vigilar el poco ganado que poseemos, bueno que posee mi marido y su familia. Me distraigo, porque me fijo en todo. Permanezco atenta a todo cuanto sucede, por curiosidad y por conocer. Soy una mujer afortunada. Soy la única mujer de mi marido y me trata bien, mucho mejor que la mayoría de maridos a mis compañeras de faena en los días de cuidar la aldea. Esa suerte me lleva a distraerme pensando en este país perdido entre Senegal al sur  y el gran Marruecos al norte, próximo al mundo de las riquezas, las neveras con alimentos a rebosar y las casas cómodas y con habitaciones y no como mi pequeña cabaña de adobe y techo de paja, sin agua corriente y de una sola pieza. Así, que cuando mi marido me toma según su voluntad y deseo, tengo que apagar mis gritos para que mis dos pequeñas no despierten. Me toma porque busca un varón que continúe su estirpe. No parece que piense en rechazarme o divorciarse de mí, porque hay que ser más pobre que mis padres para venir a vivir aquí, casi al borde del río Senegal en la frontera que divide el África mora del África Negra. No me quejo, porque hasta aquí han llegado unos jóvenes europeos de origen árabe que nos enseñan a leer en nuestra lengua y nos ayudan a pensar como personas. Tampoco me quejo, porque como todos los días y veo pasar junto a mi aldea a miles de seres que buscan el mar para llegar a Canarias, que es la tierra prometida, dónde buscarán trabajo, o seguirán camino hacia el frío, donde abunda el pan. Algunos no pueden llegar y luchan por quedarse aquí para no mostrar su fracaso regresando a sus humildes orígenes. También observo caravanas de mujeres llevadas desierto adelante hacia el mar que separa continentes para venderlas al mejor postor y así, según nos cuentan las que pueden huir de sus captores, devolver la cantidad anticipada para que viajen. Soy una mujer con suerte, pese a que debo ir a buscar el agua lejos de la casa y no poderme lavar nunca sola, lo hago con otras mujeres, pero vivo en mi tierra soy fuerte y aprendo cada día.

 

Julio Bernardez